La editorial

Somos una pequeña editorial independiente convencida de que se puede cambiar el mundo a través de las historias que contamos y que nos cuentan.

Quizá por eso, nos encanta escribir y publicar libros que proponen interpretar la vida de otro modo, y que defienden la excepción por encima de las reglas.

Somos una editorial comprometida con los derechos de la infancia. Creemos en la idea de que los niños y las niñas merecen todo el respeto, algo obvio, pero que no siempre sucede. Luchamos contra los prejuicios y los estereotipos de género. Invitamos a “salirse de la fila”, retamos a las personas adultas a cuestionarse y a aprender de la “pequeña” sabiduría de la infancia. Y, por supuesto, apostamos por el disfrute con la lectura. Porque las historias nos deben hacer volar. Si no hay emoción cuando abres un libro, nada tiene sentido.

Siempre nos gusta contar que somos una editorial por accidente. No estaba dentro de nuestros planes iniciales.

Cuando llegó a nuestras vidas la ma/paternidad, comenzamos a redescubrir el mundo a través de los ojos de nuestra hija. Es increíble la cantidad de detalles que pasan delante de tus narices sin que seas capaz de apreciarlos, hasta que no te colocas en ese nuevo punto de vista.

Todas las noches leíamos un cuento. Todas, sin faltar una. Pero nos pasó que no siempre estábamos de acuerdo con lo que leíamos. A veces, a través de las historias, se perpetuaban ideas rancias, clásicas o simplemente contrarias a nuestra visión.

Nos pasó especialmente con ciertos cuentos clásicos. Comenzamos entonces a cambiar finales, reinterpretar argumentos, añadir nuevas ideas... hasta que un día decidimos reescribirlos.

Así es como nació nuestra primera colección, Érase dos veces. Lanzamos nuestros primeros libros en 2013, y desde entonces no hemos parado, ni pensamos parar.

Nuestros libros son auténticos. Reveladores. Significativos. Realmente ayudan a cambiar el mundo de muchos niños y niñas.

Nos encanta, nos emociona y nos da energía cuando nos cuentan historias de vida. Artiom, por ejemplo, eligió uno de nuestros cuentos para lanzarse a leer por primera vez. Nuestra editorial ya forma parte de su historia de vida.

Muchas, muchas veces han venido padres y madres a contarnos que su hijo o su hija ha dejado de tener pesadillas con lobos tras leer nuestro cuento Érase dos veces... Caperucita.

Daniela se apoya en nuestro personaje de Marta no da besos cuando no quiere darle un beso a su vecina. “Yo, como Marta”, dice.

Felipe nos contaba que sus hijas le piden ir más despacio desde que les leyó Isa no tiene prisa.

Muchas mujeres se han acercado a contarnos que nuestro cuento Érase dos veces... La bella y la Bestia les ha abierto los ojos, y se han dado cuenta de que, lo que parecía una historia de amor, es en realidad una historia de maltrato.

Y así, infinidad de anécdotas más. De historias de vida

Estamos convencidos del poder transformador de la literatura.

Por eso, nuestras historias desafían las normas tradicionales para fomentar el espíritu crítico y ayudar a formarse como persona, independientemente de la edad, y a comprender y apreciar valores fundamentales como la empatía, la igualdad, el respeto o la diversidad. Además, lo hacemos siempre desde el máximo respeto a la infancia. Nos gusta meternos en sus zapatos y mirar desde sus ojos, mucho más sabios y libres aún de los estereotipos de género que tenemos los adultos.

Nos gusta tratar temas importantes. De esos que a veces rascan. Nos gusta mojarnos y posicionarnos. Confiamos plenamente en la capacidad de comprensión de niños y niñas y en su poder de lucha y reivindicación. Nos parece un sueño que se diviertan, que se emocionen y que crezcan a través de las historias que escribimos y que publicamos. Eso es lo que nos cuentan. Y nos encanta que lo hagan. Que lo hagáis. Compartid con nosotros vuestras experiencias de lectura.

Y os vamos a contar un secreto… Nuestras historias no solo van dirigidas a niños y niñas. Nos gusta decir que en realidad es literatura para adultos disfrazada de literatura infantil, porque los adultos somos los que más necesitamos reaprender de la infancia. Hace tiempo que se nos olvidó cuestionarnos ciertas costumbres, que ya damos por válidas. No debemos renunciar a querer cambiar las cosas a mejor. Es posible. Y si no, al menos, debemos intentarlo.